La humanidad se ha beneficiado desde tiempos remotos de la energía armonizadora de los cristales y de las piedras que almacenan propiedades terapéuticas y espirituales. La ciencia moderna ha demostrado que desprenden energía y que esa emisión, se produce a través de las vibraciones que nos ayudan a favorecer el equilibrio físico, psíquico y emocional, un recurso muy necesario en un mundo tan agitado como el actual.
El verdadero poder de los minerales radica en su fuerza para modificar, en forma positiva, la vida física y psíquica del ser humano a consecuencia de las ondas energéticas que nos permiten armonizar nuestro ser, dado que sus propiedades impregnan nuestra aura, obteniendo así muchos efectos benéficos que en definitiva, mejoran nuestra calidad de vida.